Las páginas que siguen han sido escritas como respuesta a ciertos acontecimiento que, mi buen hermano, amigo y compañero por algunos años en el ministerio, Josep Egea ha vivido recientemente, en los que la cuestión de la “autoridad pastoral” ha estado muy presente. Estos hechos le han llevado a revisar las enseñanzas de las Sagradas Escrituras sobre el tema, para contrastar las afirmaciones bíblicas con ciertas opiniones circulantes en los círculos en que se ha movido sobre “la autoridad pastoral”, y considerarlas reflexivamente a la luz de la Palabra de Dios.
Convencido de que ciertas afirmaciones que aquí considera sobre “la autoridad pastoral” son erróneas, y que no son particulares de un contexto concreto, sino que cada vez se extienden más en círculos “evangélicos”, ha considerado que valía la pena hacer el esfuerzo de plasmar por escrito sus apreciaciones, con el deseo de que puedan ser de bendición para otros hermanos.
Nuestro hermano reconoce que los pastores puestos por Dios tienen autoridad espiritual para establecer la autoridad del Señor y su Palabra, cuando están sujetos a Cristo –la única cabeza de la Iglesia–, a la Palabra de Dios y al Espíritu Santo. Pero se opone a la idea de que la autoridad del Señor sobre su Iglesia esté ahora en manos de “pastores” que pueden exigir obediencia incondicional, y negarse a dar cuentas de sus actos al pueblo de Dios.
Vale la pena considerar estos comentarios, y hacerlo en el mismo espíritu de amor al Señor y su Palabra, y a la fraternidad, con que nuestro hermano los ha escrito.
Antoni Mendoza i Miralles
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